LidiaLuna_Pirineo2015

Cuando empecé a pensar en este proyecto surgió una idea que he repetido muchas veces: de los diferentes ámbitos en los que he trabajado lo que más me gusta es contar y ayudar a otras personas a contar. En mi cabeza, a esta frase siempre le sigue otra: soñar… y ayudar a otras personas a soñar. Hasta ahora no había llegado a escribirla porque me resulta pretenciosa. Porque vuelve acompañada de una pregunta antigua: ¿Soñar? ¿Te parece justo pedirle a la gente que sueñe? Antes de hacerlo hay que tener cubiertas las necesidades básicas. Así que, cuando hay tanta gente que no las tiene, ¿para qué sirve todo esto? ¿Para qué crear?

Sé la respuesta. Sé que el mundo necesita el arte, las ilusiones y los sueños siempre que no sean ajenos, estandarizados, productos de consumo. Necesitamos las centellas de Batania, la música de las orquestas, la sangre con tierra de Ana Mendieta. Los alalás y las Begonhas. Las fotografías, la improvisación y los cuentos de hadas. Los carteles de colores que nos devolvieron, el 15 de mayo de 2011, la voluntad y la posibilidad de transformar el mundo.

LidiaLuna_15M_2015
Madrid, Puerta del Sol, #15M 2015

Sé, por experiencia propia, que seremos personas más felices y ligeras cuando consigamos contarnos nuestra propia historia a nosotras mismas, sin miedos ni defensas. Sé que todos los mensajes que nos paralizan vienen de un sistema articulado en torno a lo productivo y la insatisfacción permanente; un sistema que nos quiere alejadas y alejados de nuestro núcleo, de las cosas que de verdad nos importan. No hay que negar estos mensajes, porque siempre aparecen, sino neutralizarlos. Revinidicar la vida, hoy. Aun cuando duela. Porque es lo único que tenemos, lo mejor que tenemos, y no es poco. Como dice Irving Yalom (gracias, compañero, por la cita):

Somos criaturas de un día, tanto el que recuerda como el recordado. Todo es efímero, tanto la memoria como el objeto de la memoria. Está por llegar el momento en que habrás olvidado todo; está por llegar el momento en que todos se habrán olvidado de ti. Piensa siempre que pronto no serás nadie y no estarás en ningún lado.

Empecé este proyecto con la voluntad de desarrollar un trabajo del corazón; convencida de que crear, soñar, imaginar (cuando podamos) nos ayuda a transformar la realidad, a ser mejores personas, a cuidar(nos) más y mejor.

Han pasado ya siete meses y, lo que más agradezco, lo que más me ha soprendido, es la posibilidad de tejer cada día nuevas redes y complicidades. Porque arriesgué, y fui capaz de mostrarme, mi mundo es cada vez más grande, lleno de personas que también se comparten aunque dé, a veces, tanto susto. Formo parte de una  colmena de laboriosas abejas, vivo en una casa habitada por incansables y hermosas arañas (ellas saben).

Y aun así, tan cuidada, tan cuidando, a veces tengo miedo. A veces, aún, me paralizo buscando el difícil equilibrio entre la sensatez y la necesidad de perder un poco el norte para llegar a nuevos territorios fuera de la ruta.  Cuando esto sucede me paro un instante, abro los ojos, miro alrededor. Vuelvo a cerrarlos. Dejo que entren el aire y las punzadas de incertidumbre; que vuelvan las preguntas, los nudos de la culpa en el centro del estómago. Vuelvo a leer esta frase de Rosa Montero (La ridícula idea de no volver a verte):

Cuando era más joven, de hecho hasta hace poco, aspiraba como novelista a la grandeza; a elevarme como un águila y escribir el gran libro sobre la condición humana. Ahora, en cambio, aspiro simple y modestamente a la libertad; si consiguiera ser verdaderamente libre escribiendo, libre del yo consciente, de los mandatos heredados, de la supeditación a la mirada de los otros, de la propia ambición, del deseo de elevarme como un águila, de mis miedos y mis dudas y mis deudas y mis mezquindades, entonces quizá lograría descender hasta el fondo de mi inconsciente y quizá pudiera escuchar por un instante la canción colectiva. Porque muy dentro de mí estamos todos. Sólo siendo absolutamente libre se puede bailar bien, se puede hacer bien el amor y se puede escribir bien. Actividades todas ellas importantísimas.

Después sacudo el polvo de mis alas y vuelvo a reír o llorar, escribir, bailar, luchar… como la criatura efímera y afortunada que soy.

3 comentarios

  1. Muy interesante Lidia tu proyecto, aunque me falta la base teórica en esa materia, el enfoque que he captado es para mí novedoso. No conocía el trabajo en el ámbito de la narrativa desde ese punto de vista, siempre pensé que era algo solo para escritores y con ese fin pero no algo que pudiese utilizar un profano de forma sistemática con el objeto de profundizar en sus pensamientos, en las ideas y de esa manara conocerse y comunicarse con el mundo. En todo caso se escribía solamente para uno mismo.
    Yo siempre estuve en el otro lado, en el del lector y busco en la lectura lo que tu afirmas que se encuentra en la escritura: trascender y encontrar algo nuevo, que se encienda la luz que trae nuevos pensamientos, que cuestiona tus esquemas, que hace que veas tus errores y también confirmar planteamientos que no te atrevías a verbalizar por considerarlos fuera de lo común.
    Ser conscientes de la vida, buscando alguna verdad, pero siempre cuestionable.
    Mi generación está llena de esquemas y los esquemas nos hacen pequeños y mezquinos. Nos hacen pobres.
    La idea de pararnos, de escribir para reflexionar, profundizar y ordenar nuestras ideas y a la vez verbalizar ese material ordenado me parece magnífico.
    No sé si el trabajo que planteas podría ayudarnos a llevar de una forma más ligera el esfuerzo que todos debemos hacer para vencer todas las resistencias que el sistema nos impone y que nos imponemos nosotros mismos, esa sensación de tener que estar a contracorriente para avanzar un poco en nuestra pequeña libertad.

    1. ¡Hola, María!

      Muchísimas gracias por dedicar un ratito al blog y por compartir tu reflexión. Tus comentarios reflejan la esencia del proyecto y aportan, además, una nueva perspectiva. Cada vez que alguien me pregunta por el proyecto me resulta difícil definirlo en pocas palabras y creo que tú las has encontrado: utilizar el enfoque de las narrativas “con el objeto de profundizar en nuestros pensamientos e ideas y de esta manera conocernos y comunicarnos con el mundo”. También doy mucha importancia a fortalecer nuestra capacidad para navegar a contraacorriente cuando sea necesario para ser un poco más libres y, por tanto, más felices; teniendo en cuenta que, como explica Michael Mahoney en El mito de la llegada http://narrativasyotraslunas.com/2015/03/05/el-mito-de-la-llegada/, la felicidad no es un destino sino un trayecto que nunca está exento de dolor y sufrimiento.

      Espero que tengamos ocasión de seguir charlando sobre este tema, he aprendido mucho.

      Un fuerte abrazo,

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