FranjaGaza_Escribirdesdeterreno
Gaza, 2010

Quienes tenemos la manía y la necesidad de escribir custodiamos siempre una historia que no sabemos contar. Quizá porque no encontramos las palabras para atrapar todo lo que sentimos en un instante; quizá porque forma parte de la magia o del impulso para seguir escribiendo, aprendiendo, haciéndonos preguntas.

Nuestro imaginario lo forman las historias que escuchamos y leimos durante nuestra infancia, aquellas con las que nos identificamos, las que nos hicieron pasar miedo y las que nos ofrecieron consuelo. Los lugares que visitaban las personas a las que admirábamos, a las que queríamos parecernos; los olores y sabores que nos atrapaban sin haberlos sentido nunca. Intuyo que esa historia no contada está enraizada en el fondo de nuestro imaginario; por eso cada vez que intentamos invocar una sola palabra para comenzar aparece un batallón de imágenes. Y tendríamos que escribir, al menos, durante mil y una noches.

Mi historia se quedó en Jericho y en Acre. Me espera a las puertas de Damasco. Está escrita en los ojos inmensamente azules del hombre que se ofreció a llevar mi equipaje cuando crucé por primera vez el paso de Erez y vi Gaza frente a mí, la ciudad que soñé tantas veces. Duerme en la playa de la foto, frente a un hotel que destruyeron las bombas.

Mi historia es, también, la historia de todas las personas que pisaron antes la tierra en que nací; una tierra que, aunque algunos llamen patria, no es mía, ni es nuestra, ni es de nadie. Es sólo tierra: tierra que pisamos y habitamos y a la que mañana volveremos, de un modo u otro.

Cada una de esas historias pequeñas, no contadas, forma una historia más grande: la de aquellas personas que tampoco dicen patria porque habitan el mundo buscando lo que nos hace iguales unas a otras, y no lo que nos separa: sonrisas, miradas, manos. Manos pintadas en una puerta. Batallas pequeñas ganadas cada día a la indiferencia.

En el blog escribirdesdeterreno.wordpress.com irán publicando sus experiencias en cooperación y acción humanitaria, o la extrañeza de volver a casa cuando terminan, las personas que participan en el taller Escribir desde terreno. Espero que los disfrutéis y aprendáis con ellos tanto como yo. También podéis escucharnos en el programa 5 minutos para la Cooperación, de Radio 5.

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