“Como sujeto no me queda más remedio que ser subjetivo, si yo fuera un objeto podría ser objetivo”.
Rolando Menéndez, Escritura creativa: Cuaderno de ideas
A menudo me encuentro con gente que expresa su interés por la psicología. Intuyo que, cuando lo hacen, se refieren a una psicología antigua, sin pretensión de objetividad, enredada con la filosofía y otras materias.
Supongo que se refieren a lo que yo también esperaba encontrar: una disciplina modesta que, si pudiera verse a sí misma hoy en día, se espantaría al encontrarse tan estirada y, a menudo, ajena a todo lo humano.
Explica lo doloroso que puede llegar a ser escuchar relatos de sufrimiento, en los que se muestra lo peor que las personas podemos llegar a ser, para devolver esperanza. Cuenta cómo un terapeuta con más de cuarenta años de experiencia le pide que le acepte como cliente. Este hombre era, a su vez, terapeuta de terapeutas:
“Dijo que no tenía a nadie con quien hablar. Cargaba, en su amplia espalda y en su gran corazón, con los secretos de muchos años de servicio a terapeutas, que, a su vez, cargaban sobre sus propias espaldas y corazones las luchas y las tragedias de cientos de personas, familias y grupos de su comunidad”.
Mahoney le atendió durante diez años y, cuando estaba comenzando este libro, el otro terapeuta enfermó. En sus últimos meses de vida instó a Mahoney a continuar el libro:
“Me animó a que hiciera un trabajo del corazón. Cuéntales, cuéntales cómo puede ser. Cuéntales lo duro que es ayudar […] y también lo agradable que es. Dales una idea.”
Para mí, Psicoterapia Constructiva es un libro de imperfecciones. No en la forma, si no en el fondo. Un libro escrito con pasión y compasión hacia lo que significa ser persona. Recoge una frase hermosa, impropia de un libro científico:
“Cada individuo está conectado a todos los demás individuos, presentes pasados y futuros, a través del tiempo y del espacio, y a través de muchos puentes simbólicos”.
No hay en él nada simple, y sin embargo está lleno de sencillez. He escuchado varias veces que es un libro “un poco hippie”. A lo largo de mi carrera, también he escuchado alguna vez esa afirmación referida a determinadas prácticas que he utilizado. Supongo que las psicólogas “hippies” nos sentimos más cómodas buceando entre las palabras de psicólogos “hippies” que osan salpicar con poesía los libros de psicoterapia; quizá porque podemos alborotar con poemas los márgenes de esos libros sin mancharnos de culpa.
Mi intención, con este blog y con este proyecto, es hacer un trabajo del corazón. Como Michael Mahoney
“ruego perdonen mis excesos […]. Espero que su crecimiento sea tan fértil como deseen y que la danza que bailen les llene el corazón”.
No conocía al autor ni el libro….me han entrado ganas de salir a comprarlo y leerlo ahora mismo! Gracias por la inspiración….
Si llegas a leerlo, ya me contarás qué te parece. Yo estuve alejada de él durante mucho tiempo, y al retomarlo me di cuenta de que allí estaba todo lo que necesitaba. ¡Otro abrazo grande, gracias!