Aún queda más de un mes para que a estas latitudes llegue, oficialmente, la primavera. Pero desde hace varias semanas los días son más largos, las tardes abren después de la lluvia, va estirándose la luz sobre la ría. La temperatura es un poco más alta, y las primeras mariposas vuelan sus colores sobre los caminos de tierra.

Estoy revisando los cursos que ya están, diseñando las novedades, abriendo nuevas actividades y cerrando otras. Así que tenía muchas ganas de sentarme aquí un ratito para contarte; me ayuda a entenderlo mejor y a darle un sentido. Además, en estas semanas he vuelto a encontrarme en el punto medio de un proceso, ese lugar tan difícil de habitar; te cuento más sobre esto al final del artículo.

Programa escritura y autocuidado

Un programa en el que llevo tiempo trabajando y que necesita un par de meses más para ver la luz. Estaré terminando de cocinarlo durante las próximas semanas, y me encantaría contar con un grupo de personas al otro lado para sumar otros puntos de vista sobre los materiales y propuestas que vayan surgiendo. Algo así como probar los platos y sugerir nuevos ingredientes y recetas mientras cocino. ¿Te animas? Informacion completa y preinscripción en el enlace.

Doula literaria

Desde enero ofrezco de nuevo acompañamiento individual en procesos de cambio, así como en la escritura de proyectos narrativos.

Como doula literaria te acompaño para que tu libro vea la luz ayudándote a encontrar tus palabras, la estructura que les servirá de soporte; las preguntas que te ayudarán a avanzar y los textos de otras autoras y autores que te ayudarán a tirar de los hilos de tu memoria y tu creatividad.

Información completa en el enlace

El punto medio en los procesos creativos y de cambio

Cuando estamos en un proceso de cambio hay un momento en el que tenemos la sensación de estar en el medio; hemos avanzando lo suficiente como para perder de vista el lugar del que venimos, aquel del que queríamos salir, pero todavía no hemos llegado a un espacio nuevo en el que podamos descansar y, sobre todo, reconocernos. Sabemos dónde no queremos estar, pero tenemos la sensación de estar en ningún sitio. Para mí es como avanzar sobre un cable de malabarista, sosteniéndome con un ligero balanceo, sin ver lo que hay delante ni lo que hay detrás. En ese punto, lo único que se puede hacer es confiar en lo que vendrá después y, sobre todo, en nuestra capacidad para transitar el camino.

Sucede algo parecido en un proceso creativo; hay un momento en el que tienes sobre la mesa todos tus bocetos, pinturas, cuadernos, lapiceros, cuentos, acordes, maderas o cerámicas; las manos manchadas y un pegote de pegamento en la nariz. Pero sientes que, después de tanto trabajo, aún no tienes nada sólido; y no sabes muy bien hacia donde ir. Entonces te levantas, suspiras frente a la ventana, sales a pasear y aquel pájaro que se posa sobre un árbol sin ramas te recuerda una historia que leíste siendo una niña; vuelves a leerla en tu memoria, y en ese relato encuentras exactamente lo que tu personaje necesitaba para seguir avanzando.

Si estás escribiendo una novela, tejiendo un repertorio de cuentos, terminando un artículo, moldeando arcilla o buscando los acordes de una canción, confía; eso que buscas alumbrar ya está dentro de ti y algún día, dentro de poco, terminará de formarse y descansará entre tus manos, para que puedas compartirlo con quien tú quieras.

El cielo sobre Berlín, fotograma