Escritura personal y consciencia corporal

La práctica de la escritura personal o expresiva tiene muchos beneficios que enumero en este artículo. Uno de ellos es que nos pone en contacto con nuestra verdad; algo que te ayudará a saber quién sientes que eres en cada momento, qué necesitas; cuáles son los primeros pasos para aumentar o restaurar el bienestar en el día a día. Sin embargo, conocer tu verdad, aquello que estás sintiendo en este momento o que es importante para ti, puede ser desafiante al principio; tanto, que probablemente aparezcan bloqueos que nos paralizan o nos dificultan llegar hasta el fondo. Entonces abandonarás esa preciosa tarea de conocerte mejor, de cuidarte más, o de sumergirte en la creatividad; quizá en algún momento quieras salir corriendo sin mirar atrás, yo misma lo hice durante muchos años.

Cuando no tenemos suficientes recursos para atravesarlo, o no contamos con los apoyos al otro lado, parece más sencillo negar el dolor, disfrazarlo, pensar que mañana las cosas irán mejor; barrer debajo de la alfombra. Todas esas prácticas te darán un alivio inmediato; pero, a medio plazo, el dolor será cada vez más grande y vivirás, además, desconectada de ti, de tu experiencia.

Conectar con lo que sentimos es un proceso hermoso y complejo, que sucede a través del cuerpo y que no siempre podemos recorrer en soledad. Pero, si quieres empezar a saber y sentir cómo estás aquí, ahora, en este momento, puedes habitar esta pregunta en tu cuaderno, acompañándola de alguna práctica corporal que sea amable para ti:

¿De qué te das cuenta aquí, ahora, en este momento?

Merece mucho la pena pararte a sentir; darte cuenta de cómo estás, qué necesitas. Escuchar esa punzada en el estómago que aparece en forma de angustia cuando se pone en juego algo que es importante para ti: vínculos, emociones, una labor profesional o creativa.

Por eso siempre me escucharás decir que no hay nada sin el cuerpo; la experiencia, la psicoterapia y la escritura pasan en él, por él. Es el cuerpo el que nos dice cómo estamos, qué necesitamos en cada momento, o de qué nos estamos protegiendo. Pero, antes de llegar al cuerpo, quizá tropecemos con algunos obstáculos como los que nombro a continuación.

Escuchar nuestras emociones


Culturalmente, quizá hayas aprendido que las emociones son nuestra perdición; que debemos contenerlas y anteponer siempre el pensamiento racional. Sin embargo, una vez que aparecen las emociones ya están ahí; lo mejor que podemos hacer es escucharlas para, después, decidir qué queremos y podemos hacer con ellas.

También interiorizamos que hay emociones buenas, bonitas, agradables, que tenemos más permiso para sentir; otras, en cambio, las barremos debajo de la alfombra, o nos tapamos los oídos mientras nos dicen a gritos lo que en realidad estamos necesitando, pero no queremos saber; por ejemplo, la tristeza.

Estoy simplificando mucho, porque es posible que ya tengas una forma de escuchar y manejar tus emociones; pero quería abrir este espacio de reflexión, porque siento que es algo sobre lo que todavía tenemos mucho que aprender: ¿cómo encontrar el equilibrio entre las emociones y el pensamiento racional? ¿de qué forma se comunican ambos aspectos de la experiencia?

En mi caso, hay dos recursos importantísimos que me ayudan a posar y escuchar las emociones: regresar al cuerpo y sentarme a escribir dejando que el bolígrafo se deslice por el papel, sin pensar; en una escritura casi automática que, ha medida que brota, va trayendo las respuestas o formulando preguntas nuevas.

Otra propuesta que puedes llevar a tu cuaderno, a tus paseos o a los minutos que vas sacando entre los cuidados y los quehaceres cotidianos es esta pregunta:

¿Cómo y cuándo me estoy escuchando?

Porque a veces todo va demasiado deprisa, de hecho va cada vez más rápido y se presentan cientos de estímulos y tareas pendientes para atender en cada momento; por eso es fácil desconectarnos de la emoción y la experiencia corporal.

Técnicas y propuestas para profundizar en la escritura y el cuerpo


El cuerpo siempre ha estado presente en todo lo que ofrezco, así como lo está en mi práctica de autocuidado cíclico. En los dos últimos años he vuelto a leer y actualizar lecturas sobre trauma; con mayor o menor intensidad, está presente en casi todos los acompañamientos individuales y en mi propia experiencia; ahí donde por fin he aprendido a identificarlo y apaciguarlo cuando se presenta. Me resulta imposible hablar del cuerpo sin nombrar el trauma porque, cuando nos paramos a escuchar la experiencia somática, a veces es la fiera la que despierta, y nos asusta o nos confunde. Por eso he preparado esta propuesta formativa sobre Escritura y cuerpo, donde compartiré contigo las principales técnicas y recursos que te ayudarán a incorporar el cuerpo en tu práctica creativa, de escritura o de autocuidado; hablaremos de mindfulness, focusing, trauma y mucho más. También puede servirte si acompañas a otras personas: te ayudará a revisar, ampliar e integrar tus recursos. Más que un taller de escritura al uso en el que nos detenemos en todas las propuestas, es un inventario, una despensa; una biblioteca que podrás seguir ampliando después, por tu cuenta, con las referencias que te ofreceré. Puedes sumarte aquí hasta el 12 de marzo.

Artículos relacionados

Otras propuestas para escuchar al cuerpo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.